la tragedia de las musas

es una equivocación de las musas el pensar que ellas existen sin el poeta. como si pasaran la vida buscado ser coronadas con ese título y al primer poema o al primer cuadro deciden que lo lograron y pueden retirarse cómodas y bonitas y revolviendo sus alas a una hamaca paraguaya en donde ellas no sienten nada, porque es sabido que estos seres son pura vanidad, y a la pura vanidad solo le importa un cómodo lugar en donde poder estirarse desplegando sus empeines de uñas rojas y sus rulos largos como las autopistas brillantes como el sol y en el peinado femenino que esté a la moda. y lo que es realmente triste es que las horrilemente foolish musas que osan ser así de vanidosas (lo cual no se aplica a todas ellas, por suerte para la salud mental de estos seres maravillosos), por alguna razón piensan que se ven super bonitas en sus hamacas, cuando en realidad lo que están es nauseabundamente contenidas por ellas pero no están a la vista de nadie, y pasan su vida recitándose a sí mismas el único poema que inspiraron, mirándose en un espejo ridículo o pensando con una picardía que da lástima por lo inocente que es en su retrato, el único retrato que hay de ellas. y habiendo resignado su libertad por una comodidad estática envejecen en ese mismo lugar y en el museo compran otro cuadro y ellas ni se enteran, porque otro dato curioso de las hadas fugaces es que necesitan esos refugios, no por miedo a la luz sino por temor a no poder inspirar jamás a otro.
pero no temáis mortales, ya que por suerte para la humanidad si hay algo que el mundo posee a montones son lápices papeles renglones pinturas bastidores telas cartones y musas y la historia nos ha enseñado que sin el poeta no habría inspiración, y no al revés

y esto las musas no lo saben, y ahí radica su tragedia