el día que sonia se pone fachamente intolerante fascículo dos, pero esta vez es porque la trataron mal
a veces las situaciones adversas hacen que uno aprenda a quererse a uno mismo.
mi experiencia personal reciente con una obesa ogra que seguramente gondry ilustraría a la perfección en una película sobre mi vida, me hacen creerlo muchamente.
la situación es la siguiente:
aparentemente, llegué a el último lugar abierto de depilación de todo el sábado, los últimos minutos antes de que una nena predilecta del lugar llegara tarde y se enrulara los rulos y pestañeara las pestañas para que la dejaran pasar, y yo llegué justo atrás, descaradamente a través de la puerta abierta y me tuvieron que atender a mi también. con ganas de irse a dormir, obvio, y con ganas de que sea por fin sábado a la tarde y que los clientes se vayan. y cuando en la puerta ya está el pie afuera, y todo el cansancio apoyado en esa sandalia horror tan de moda en estos días, la felicidad es tan dulce que se puede saborear casi entera paladarmente, tapando la luz del túnel hay algo que no lográs temrinar de ver y es una sonia sonriéndote maliciosamente, haciéndote así con la mano y levantando sus cejitas cada par de segundos (porque, joder, para ella también es sábado y se niega y recontraniega a irse a su casa sin las piernas como pistas de patinaje).
la escena en la que me vi envuelta de pronto es digna de película de horror clasde b, con pieles que querían escapar de todos orificios de la camisa que vino a atenderme y me atacaban, y una mujer sin tiempo que perder y dejándose llevar por una inercia gravitacional cual muñequito de esos que hay en películas que tienen un piquito y un sombrero y agarran agua de los vasos y subenbajansubenbajan, al ritmo de todos sus poros bamboleándose contra el viento ficticio del ventilador, haciéndole frente.
mirá si termino como esa mina. mirá si alguna vez mi plácido e injustamente bellamente veinteañero cuerpo, amante de la piadosa fiaca desarrolla una barroca e informe papada como esa, no puedo evitar pensar mientras la mujer se levanta la manga para mostrarle lo bien que le quedó la depilación láser a una horrorizada sonrisa que igual debe parecer muy simpática, un par de centímetros arriba de mi brazo que no puedo bajar mientras la cera se seca y ella se dispone a lastimarme tan profesionalmente que yo después le voy a pagar.
y yo, que venía de conversar una depresión existencialista con mi padre, que no sólo se comportó igual que el de woody allen cuando él le pregunta sobre el sentido de la vida sino que citó la escena repetidas veces, me doy cuenta que todo es muy simple.
salgo de ahí y de pronto la situación se resuelve y la respuesta es muy simple. (inserte aquí la cantidad de veces que usted puede repetir muy simple con cara de asustada). muy simple. debo dejar de comer. para siempre. tengo que empezar a ir al gimnasio de aquí a que me muera en lugar de dormir, comer, respirar y hacer dibujitos, y tengo que anotarme mañana mismo en todas las carreras del mundo o en cualquiera que no sea la de depiladora, o que no me enseñe ninguna cosa que me puda servir para depilar, o que me desenseñe depilar, o que tengo alguna materia llamada la contradepilación, o cómo hacer para intentar depilar y que te crezcan los pelos, y que te echen de todo lugar de depilación y nunca seas cuneiforme y oses levantarte la manga.
y ahora estoy acá y con mi gata que no puede evitar estar lamiéndome con su rasposa lengua de mi pierna el producto extraño que le mujer le untó luego de dejarlo liso como una mesa de mármol. frliz de haber resutlto todos mis problemas existencialistas y teniéndome que ir, a encontrarme con mi prima porque cómo puede ser que siempre tarde tanto en salir, y seamos sinceros souchi, no puede ser siempre culpa del bondi.
mi experiencia personal reciente con una obesa ogra que seguramente gondry ilustraría a la perfección en una película sobre mi vida, me hacen creerlo muchamente.
la situación es la siguiente:
aparentemente, llegué a el último lugar abierto de depilación de todo el sábado, los últimos minutos antes de que una nena predilecta del lugar llegara tarde y se enrulara los rulos y pestañeara las pestañas para que la dejaran pasar, y yo llegué justo atrás, descaradamente a través de la puerta abierta y me tuvieron que atender a mi también. con ganas de irse a dormir, obvio, y con ganas de que sea por fin sábado a la tarde y que los clientes se vayan. y cuando en la puerta ya está el pie afuera, y todo el cansancio apoyado en esa sandalia horror tan de moda en estos días, la felicidad es tan dulce que se puede saborear casi entera paladarmente, tapando la luz del túnel hay algo que no lográs temrinar de ver y es una sonia sonriéndote maliciosamente, haciéndote así con la mano y levantando sus cejitas cada par de segundos (porque, joder, para ella también es sábado y se niega y recontraniega a irse a su casa sin las piernas como pistas de patinaje).
la escena en la que me vi envuelta de pronto es digna de película de horror clasde b, con pieles que querían escapar de todos orificios de la camisa que vino a atenderme y me atacaban, y una mujer sin tiempo que perder y dejándose llevar por una inercia gravitacional cual muñequito de esos que hay en películas que tienen un piquito y un sombrero y agarran agua de los vasos y subenbajansubenbajan, al ritmo de todos sus poros bamboleándose contra el viento ficticio del ventilador, haciéndole frente.
mirá si termino como esa mina. mirá si alguna vez mi plácido e injustamente bellamente veinteañero cuerpo, amante de la piadosa fiaca desarrolla una barroca e informe papada como esa, no puedo evitar pensar mientras la mujer se levanta la manga para mostrarle lo bien que le quedó la depilación láser a una horrorizada sonrisa que igual debe parecer muy simpática, un par de centímetros arriba de mi brazo que no puedo bajar mientras la cera se seca y ella se dispone a lastimarme tan profesionalmente que yo después le voy a pagar.
y yo, que venía de conversar una depresión existencialista con mi padre, que no sólo se comportó igual que el de woody allen cuando él le pregunta sobre el sentido de la vida sino que citó la escena repetidas veces, me doy cuenta que todo es muy simple.
salgo de ahí y de pronto la situación se resuelve y la respuesta es muy simple. (inserte aquí la cantidad de veces que usted puede repetir muy simple con cara de asustada). muy simple. debo dejar de comer. para siempre. tengo que empezar a ir al gimnasio de aquí a que me muera en lugar de dormir, comer, respirar y hacer dibujitos, y tengo que anotarme mañana mismo en todas las carreras del mundo o en cualquiera que no sea la de depiladora, o que no me enseñe ninguna cosa que me puda servir para depilar, o que me desenseñe depilar, o que tengo alguna materia llamada la contradepilación, o cómo hacer para intentar depilar y que te crezcan los pelos, y que te echen de todo lugar de depilación y nunca seas cuneiforme y oses levantarte la manga.
y ahora estoy acá y con mi gata que no puede evitar estar lamiéndome con su rasposa lengua de mi pierna el producto extraño que le mujer le untó luego de dejarlo liso como una mesa de mármol. frliz de haber resutlto todos mis problemas existencialistas y teniéndome que ir, a encontrarme con mi prima porque cómo puede ser que siempre tarde tanto en salir, y seamos sinceros souchi, no puede ser siempre culpa del bondi.
1 Comentarios:
At 9:46 PM, goyo said…
depilación
interesante momento de reflexión existencial
a los hombres creo que nos pasa lo mismo
pero en el dentista
yo cada vez que voy al dentista veo esos silencios rasposos como una terapia alternativa
que sin decir una palabra
se desquita con los problemas psicológicos
y purifica
lo mismo que un buen ejercicio de técnica de piano.
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