el otro día teniendo con mi profesora de trapecio una de esas conversaciones en que te das cuenta cómo el mundo está lleno de casualidades ínfimas que no se levantan casi nunca (mientras elongábamos), con contadas historias y de repente un montón de ejemplos rarísimos en esa sola conversación (ella, por dar un solo ejemplo, estaba segurísima de que mi apellido era megacomún y resultó que conocía a absolutamente toda mi familia por separado y de entre los lugares más recónditos),
ante la sola mención de cabo polonio cambió completamente su cara, me dijo que llegó de casualidad y que lloró cuando se fue.
y yo la miré y le conté, cómo fue que llegué de casualidad, cuando se me acababa mi viaje y fui sola y llegué con una cantidad de plata que según todas las cuentas me iba a alcanzar con suerte para no morir durante dos días y me duró siete, y que después un día cuando me iba a ir, sentadita en la ruta vi llegar mi micro y lo hubiese saludado con la mano de no ser porque ya me había ido de ahí y estaba corriendo para agarrar uno de esos cosos para volver (mágicamente alargando mi estadía dos días más, pero sin almuerzo)
postdata entre los párrafos,
acá hay un video del momento en que lau y yo preguntamos hospedajes porque nos enamoramos y queremos quedarnos.
y de repente un día estaba caminando (fabicantilomente diría mi prima más amada minutos después) por entre dunas (porque uno ahí camina entre dunas), y me encontré de casualidad pautada y de vuelta con mi primaqueridísima, justo cuando me hacía falta gente queridísima, y después aunque no se crea quedéme más tiempo aun, justo cuando me hacía falta quedarme más tiempo aun, y romper una cámara por sacarle una foto a mi mascota de viaje con la felicidad (sin metáfora horrormente grasa, literalmente mi cámara se temrinó de romper cuando la apoyé en la arena, a la noche y abajo de una luna gigante (la luna siempre es gigante, y pasa cada tanto un faro, que si estás rompiendo tu cámara seguramente estás contando los segundos que no son) , y si en ese momento no se rompía, la hubiese apoyado en la arena en muchas otras felicidades seguro) (soy lamásdescuidada, pero ser descuidada y feliz está muy bien)
el día que llegué a cabo polonio, después de que con lau nos habíamos repartido el arroz, los sobrecitos de sal,(dos cosas que nunca usé), ella se quedó con los fideos que cuando nos volvimos a encontrar cenamos juntas, antes de ir a sacarle asado y fernet y hospedaje que al final no hizo falta a nuestros vecinos ranchales, y yo le di un cuaderno con hojas arrancadas que sé que usó, y ella una vincha gigante y roja (regalos puro amor sacados de una mochila gigante son mucho más significativos),
le manifiesté mi preocupación a la dueña del hostel en el cual me quedé los primeros días acerca de haberme quedado sin linterna, en un lugar sin luz eléctrica y una que pasa nada más cada 12 segundos, sola y con capacidad ubacación generalmente nula (me pierdo en buenos aires y me perdí en purmamarca (mis amigas me burlan aun hoy), pero en cabo polonio por alguna razón tuve un radar increíble hasta en noche cerrada; esto, por supuesto, no lo sabía)
a lo que la mujer me respondió,
no, no importa porque hay luna.
y me pareció la frase más despreocupante del mundo y nada me preocupó, de repente. pero de verdad. me releo y todo lo que estoy escribiendo peca de grasa en todas partes, que es la razón por la cual no escribí nada estando ahí. tengo un cuaderno que escribí hasta que llegué. describí cada ínfima cosa, seguro, pero ahí no escribí.
hace un par de años, o uno, no sé, con edgardo pígoli, que es una de las personas que más quiero sobre las faces, y especialmente por estas cosas, leíamos a los poetas místicos, y yo y cla, pero especialmente yo y wai, que nos mandábamos cachos de poesía que venían al caso, (mensajes de texto nerd como *leé tal página, que cuando dice esto es increíble*, pero igual eso fue años después, (o sea ahora)) éramos especialmente fans de viel temperley y estábamos alucinados con el concepto del instante eterno, y de cómo se puede perder un momento por enloquecer para escribirlodescribirlo, en vez de dejar que te pase, con cara de naba y que te pegue el sol.
lo que sí, jamás me hubiese quedado sola en un lugar de no ser porque tenía tres blocks de distintos tamaños, y rotrings y pasteles al óleo para tirar al techo, (
acá están mis dibujos de cabo).
todavía ahora que pasaron meses desde que volví y estoy muy urbana, no puedo agarrar pinceles y pintarlo. estando ahí no podía creer no tener pinceles, ni telas ni acrílicos ni óleos ni nada.